NOTICIAS DE INTERÉS GENERAL

22-03-2011
Socio Distinguido
"LO ACADÉMICO TIENE QUE ESTAR COMPROMETIDO Y PROYECTARSE A LA COMUNIDAD"
Julio de Zan es un reconocido Doctor en Filosofía e Investigador Principal de Conicet. Contar con la presencia de personas destacadas es un motivo de orgullo para nuestra entidad.

La Mutual cuenta con Socios que se destacan en diferentes disciplinas y su presencia en nuestra entidad constituye un motivo de orgullo. Uno de esos casos es el del Julio De Zan, reconocido Doctor en Filosofía e Investigador Principal del Conicet.

Su espíritu crítico y ansias de conocimiento, lo llevaron a estudiar con maestros de la Filosofía Alemana Contemporánea. Su vida profesional, dedicada a la docencia universitaria y al trabajo científico, fue premiada a nivel internacional con distinciones como el premio Konex en 1.996. Por su parte, la Consejo Municipal de Santa Fe hizo lo propio declarándolo "Santafesino Ilustre" en noviembre de 2009...

Interés Mutuo: ¿Estos reconocimientos tienen valor diferente?

Julio De Zan: Tienen el mismo valor pero son distintos en cuanto al contenido, al significado. Creo que la distinción que me dio el Consejo Municipal tiene que ver no sólo con la actividad académica sino también de gestión pública cultural en la Provincia. Considero que la actividad científico/académico tiene que estar comprometida y proyectarse a la comunidad concreta donde se realiza. También fue importante desde el punto de vista del reconocimiento social, puesto que Consejo es un órgano muy plural en el que están representados todos los partidos políticos.

I. M.: ¿Considera que la docencia es parte de un "devolver a la comunidad"?

J. D. Z.: Es parte de la actividad profesional. Lamentablemente en nuestro país es una profesión no muy jerarquizada, ni económica ni socialmente, sin embargo es tan noble y tan importante, quizás mucho más que otras que tienen más reconocimiento en la sociedad.

Yo tengo dos profesiones, la investigación es otra actividad que se liga normalmente a la enseñanza, pero exige otro tipo de trabajo y de forma de vida. Confieso que no he hecho mucha docencia, salvo en los comienzos, antes de ingresar al Conicet, cuando tenía 40 horas cátedras. Eso es muy alienante, es una deformación de la profesión en la Argentina que para poder pagar la olla, el docente tiene que llenarse de horas de clases, lo que implica un desgaste espiritual, intelectual, no se puede estudiar o actualizar porque estás todo el día dando clases.

I. M.: ¿Qué lo fue lo que lo motivó a empezar a investigar?

J. D. Z.: Mi caso es muy especial. A mí siempre me gustó escribir: cuando era adolescente escribía poesía y leía mucha literatura. Pero me fui dando cuenta que para escribir se necesita, además del manejo de la lengua y de la pluma, aportar pensamientos que sean interesantes y ayuden a pensar a los lectores.

Por eso me inscribí en la Facultad de Filosofía y Letras sin saber bien cuál de las dos carreras iba a seguir. Empecé los cursos generales y finalmente me pareció que la carrera de letras no te enseña a escribir, pero para pensar y tener sustancia para la escritura la carrera de filosofía sí me daba contenidos importantes.

I. M.: ¿Qué es lo que le aporta la filosofía a su vida cotidiana?

J. D. Z.: A todos los que estudian y repiensan los textos de la tradición filosófica, nos ha servido mucho para la vida cotidiana. No da recetas para resolver problemas, pero si te ayuda a madurar, a tener un juicio más moderado, más crítico, más reflexivo sobre las situaciones y las relaciona con los demás. De todos modos, no quiere decir, que el filósofo sea una persona que por naturaleza o por su propia profesión, tenga una vida personal distinta del hombre común.

I. M.: Actualmente, en nuestro país, ¿cree que las ciencias sociales tienen espacio suficiente, en relación con las llamadas "ciencias duras"?

J. D. Z.: El apoyo por parte de organismos oficiales, ya sea Universidades como organismos más centralizados de investigación, como el CONICET, es relativamente bueno, como acontece en todos los países.

En la educación, esta civilización tan tecnocrática y tan economicista está descuidando cada vez más la formación humanista de los jóvenes en los países de desarrollo más avanzado. En un libro reciente titulado "Sin Fines de Lucro", la filósofa norteamericana Marta Nusbaum muestra como la educación prioriza en todos sus niveles las habilidades técnico-profesionales para el progreso económico individual y social, pero minimiza la formación humanista de la persona y sus cualidades intelectuales y morales para el ejercicio responsable de la ciudadanía.

Por otros motivos, especialmente en el nivel universitario de Argentina, la situación es algo diferente: lo que no se estudia de manera intensa y masiva son las ciencias duras, las matemáticas, las ingenierías, lo cual traerá un gran déficit para el desarrollo argentino futuro, y hay en cambio una superpoblación en ciencias sociales, pero con un sesgo más sociologista y psicologista que humanista, con escaso valor formativo, salida laboral.

I. M.: ¿Tiene algún tema que le gustaría investigar en un futuro?

J. D. Z.: En los últimos años estamos viviendo una época de transformaciones culturales muy profundas que hay que estudiar, porque no se tiene todavía clara conciencia en la sociedad y en la cultura cotidiana. Por ejemplo lo que podríamos llamar "revolución moral" o "emancipatoria de la moral". Esto no quiere decir que ya no tengamos moral, sino que la moral se está liberando del tutelaje de instituciones, de la religión, y de las costumbres del pasado, y de las convenciones sociales, como ser en materia sexual. Hay una nueva moral autónoma, que exige ante todo equidad e igual trato de las personas, que se manifiesta, por ejemplo, en las luchas sociales por los Derechos Humanos, contra todas las formas de discriminación, la desigualdad de oportunidades, las luchas de género, etc.

Otro fenómeno en esta misma línea, es lo que podemos llamar "una gran revolución emancipatoria de lo político y del poder". La sociedad está recuperando el poder que estaba alienado en las instituciones y en el Estado. Reflexionemos sobre los acontecimientos de Egipto, Túnez y otros países de esa región. No es la revolución tecnológica de las comunicaciones lo que los produce, es una revolución política que venía en marcha en el mundo antes de que se generalizaran Internet y las redes sociales.

La sociedad se emancipa de las estructuras institucionales que monopolizaban el poder: hay una cierta horizontalización, una dispersión del poder, y una expansión de la autonomía moral y política que son muy significativas. El sujeto de la política y del poder ya no son los políticos, o el gobierno, sino los grupos y movimientos sociales, una sociedad civil capaz de desafiar al Estado. El Estado, las Iglesias y otras instituciones tradicionales seguramente no van a desaparecer, pero se desplazan, y no son ya el centro organizador de toda la vida social.

I. M.: Muchas veces, cuando suceden estas manifestaciones se suele pensar que "hay algo detrás de todo eso"...

J. D. Z.: Las personas suelen cuestionar lo genuino de estos movimientos y buscan qué hay detrás de estas movilizaciones. Siempre es posible y es conveniente ejercer una "hermenéutica de la sospecha", y preguntarse qué es lo que puede haber detrás.

Pero en algunos sectores intelectuales, sobre todo en Argentina, hay una absolutización de esta sospecha, y se piensa que siempre hay algo que está oculta, que es bastardo. Particularmente considero que hay que sospechar, sobretodo en las manifestaciones de las instituciones políticas, religiosas, eclesiásticas, cuestiones de poder, de intereses, económicas, en las corporaciones o sindicatos que dicen defender intereses de los afiliados, mientras hay una cúpula que se eterniza ahí.

I. M.: En el campo político se habla que la juventud está más movilizada, ¿a qué cree que se debe esta situación?

J. D. Z.: En Argentina, la muerte de Kirchner provocó una gran movilización, lo cual despertó una sospecha y se especuló con que se produjo un montaje, una organización. Creo que hubo muchas manifestaciones espontáneas, pero es probable haya habido también una especie de aparato detrás.

De todos modos, sin ser eufórico, hay efectivamente un interés por las cuestiones comunes, políticas, sociales, lo que es muy significativo y positivo. Los regimenes militares y el individualismo fomentado por el discurso neoliberal desmovilizaron a la juventud y le impidieron incorporarse a la vida pública. Esto es un lastre muy pesado que ahora se está superando y considero que esto explica el mayor nivel de interés progresivo de participación.

I. M.: ¿Cree que la continuidad democrática contribuyó a este crecimiento en la participación social?

J. D. Z.: Yo creo que ayudó algo, pero también entorpeció mucho. Se podría haber producido una participación mucho más fuerte, más intensa si los gobiernos después del retorno a la democracia hubieran sido auténticamente democráticos. Hemos padecido una democracia autoritaria, por lo menos si tomamos los grandes gobiernos: el alfonsinismo, menemismo y kirchnerismo tuvieron rasgos fuertemente autoritarios, y a pesar de que trataron de movilizar juventud, la conducción era vertical y no se abrieron espacios de debate enserio donde hubiera un participación, que tuviera resultados que pudieran influir en la agenda y en las decisiones del Parlamento y del Poder Ejecutivo. Nada de eso pasó, ni el alfonsinismo ni en el kirchnerismo, mucho menos en el menemismo. Hemos tenido una democracia que hasta ahora ha tenido rasgos autoritarios. A pesar que autoritarismo y democracia aparecen como contradictorios, esa es la contradicción de nuestra democracia.

I. M.: ¿Cuál es la problemática que le preocupa desde el punto de vista nacional?

J. D. Z.: Me preocupa si hay un punto de vista nacional. Vivimos en una época post-nacional, donde lo que importa más son los niveles de integración regional, que son cada vez más indispensables, y la integración de Argentina en el mundo.

A nivel local argentino, creo que el gran problema es la división de la sociedad en dos sectores: los incluidos y los excluidos. Nosotros y ellos. Estos últimos son un número muy importante de personas que viven en la exclusión social, desocupados, trabajadores informales, que no participan o no pueden participar de la educación, de la cultura, están marginados y no tienen horizontes.

Ellos nos miran como parte de un mundo al que no pertenecen. La exclusión es un nido de incubación de odios de clase y de culturas; esto es lo que explica la aparición de la violencia irracional y el incremento de la fuga mediante la drogadicción, que genera más violencia. Nosotros formamos una sociedad que ellos ven como extranjera, con la cual no se identifican, y viceversa. Los incluidos viven y transitan con temor, y buscan protegerse con nuevas barreras. Este es el problema más grave de la Argentina hoy.

I. M.: ¿Qué haría que esa línea tan marcada desaparezca?

J. D. Z.: No hay solución rápida porque esa fractura se ha hecho estructural, ya hay más de una generación de personas que nacieron en la exclusión y superar eso es algo que requeriría políticas muy intensas, que llevan tiempo. Este es un gran déficit de la política actual. A pesar de que se ha intentado hacer mucho, el sistema de subsidios y ayudas sociales no es el más adecuado, aunque sirva para atender emergencias, no resuelve, sino que ahonda el problema, generando más dependencia y clientelismo.

Toda la política del Estado debería estar centrada en los objetivos de la integración social y la expansión de genuinas fuentes de trabajo digno, mediante el fomento de inversiones productivas. Hay muchas cosas que se han hecho y se están haciendo sin duda, pero con resultados todavía escasos. El Estado tiene que actuar con mayor decisión, mejor estrategia, y mucho mas presupuesto para el desarrollo humano y social.

Jérarquicos Salud agradece la predisposición de Julio De Zan en conceder esta entrevista. La Mutual apoya la labor destacada de cada uno de sus Socios y los invita a seguir construyendo un camino de grandes logros en beneficio de la comunidad.